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jueves, 9 de febrero de 2012

Mi sueño en Ti .





Llego a la mitad de la noche,

deslizando mi cuerpo desnudo

como amante furtivo,

cruzando el umbral de tu puerta.


Escurriendo mis ansias de poseerte,

entre la penumbra de tu alcoba,

mis brazos angustiados de amarte,

te buscan frenéticos entre las sabanas.


Miro tu cuerpo desnudo,

iluminando por la diamantina luna,

que acaricia tu piel blanca,

como terciopelo crispando mis deseos,


Te tomo furtivamente por la espalda,

mis brazos rodeando tu cuerpo

y mis manos aprisionan la ingravidez,

de tus senos desafiantes.


Mis labios aventurados llegan a tu cuello,

enardecidos con tu aroma silvestre,

bella flor del campo etéreo,

que tus pétalos abres a mis deseos.


Beso tu cuello tiernamente,

y mis manos aprisionando tus senos,

se deslizan a través de tu piel,

sintiendo cada poro crispándose.


Mi boca sedienta de roció,

se alimenta recorriendo tu espalda,

y el frio de tu cuerpo sucumbe

ante el calor de mi piel ancestral.


Beso lentamente tu espalda

y mis manos como yedra

se extienden a través de tu vientre,

mordisqueo tus glúteos temblorosos


Y tus piernas flaqueando están,

atribuladas por las caricias

de mis dedos largos que hurgan

cada poro de tus ser infinito.


Mi boca traviesa incursiona

a través de tus piernas,

que se abren coquetas,

al llamado de este esclavo.


Me postro incrédulo ante ti,

hermosa orquídea en frenesí,

donde tus aromas exhalan,

endulzando mi recorrido.


Sobre el terreno fértil de tu piel,

blanca como la nieve,

dulce como miel de campo,

suave como rosas blancas.


Beso tus piernas juguetonas,

y mis manos apretando

tus pies, que bellamente bailan,

esta danza de erotismo.


Deposito mis labios,

en cada uno de tus dedos,

extrayendo el suspiro,

de tu pecho desnudo.


Subo lentamente,

recorriendo el largo viaje

de tus piernas de amazona,

en pie de guerra.


Mis manos trepan sin prisa,

por el contorno de tus caderas

y mi sed se acrecienta,

llegando a la fuente de vida.


Siento el temblor de tu cuerpo

que ha sido rendido

a través de este camino

sobre tus cumbres.


Mi sed se sacia,

bebiendo el néctar,

que tu fuente de vida

ofrece a mi osadía.


Hermosa amazona,

de valles inhóspitos

mi lengua explora

la profundidad de tu ser.


Y tu canto llena el recinto,

de esta alcoba de primavera

llena de flores,

que cubre tu cuerpo.


Bebo lentamente de ti,

saciando mis anhelos,

llenando mis memorias,

que ya vacías estaban.


Mis manos llenándose,

de la suavidad de tu ser,

calmando el estrepitoso

temblor de tus deseos.


Apaciguando esas ansias con sus caricias

halando tu cabello de fuego,

tu boca se abre expectante,

deseosa del beso eterno.


Y yo te invoco tres veces,

diciendo tu nombre,

como canto de guerra,

en batalla de dos almas.


Que entregan sus armas,

ante la pasión desenfrenada,

olvidando el pasado sinuoso,

mirando el presente franco.


Mis besos llegan a tus cúspides,

y se entregan desenfrenadamente,

besando, mordiendo tus pezones,

apuntando al cielo cual promesa.


Que delicia recorrerte,

lentamente, suavemente,

deteniendo el tiempo,

que escurre entre los muros.


Este tiempo es nuestro,

llenando nuestros instintos,

acariciando los sueños

de dos almas clandestinas


Beso tus labios,

tan ansiosamente esperados,

temblorosos que jadean

y susurran palabras de amor.


Hago de tus cantos

mi himno de guerra,

en esta afrenta terrena

llevándolos conmigo a lo etéreo.


Beso tus labios

sintiendo tu lengua traviesa

que explora mi interno,

marcándome tu propiedad


Mi virilidad te explota,

llegando al interior

de tu profundidad,

de tu ser que protejo.


Soy tuyo,

esclavo que se rinde,

que idolatra tu belleza,

hermosa amazona.


Siente mi virilidad,

explorando lentamente,

y tus labios íntimos

lo hacen su presa.


Ah, melodía erótica

que llena el espacio

dejado por el silencio

de esta noche nuestra.


Siente amada mía.

como mis carnes tiritan,

como mis ansias se llenan,

siente mis manos húmedas.


Explorando tu cuerpo,

que llega a su clímax,

siente mi virilidad

hincharse en tus campos.



Y mis besos

sellan tus labios,

que gritan su triunfo

en esta noche nuestra.

José Flores.

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