Postrado en mi lecho,
desprendo mi coraza
Llena de terribles
batallas, glorias infames,
Tristes guerras de
tiempos lerdos,
Despojo mis añoranzas
de verte en el horizonte.
Dejo que mi cuerpo
desnudo sienta el viento,
El mismo que trae tu
aroma a sirena,
La misma brisa que
nos envuelve en el sueño.
Dejo abrazarme por
tus fragancias que llegan,
Deslizándose entre
las persianas de mi habitación,
De este recinto que
se convirtió en sagrado,
Donde tus caricias
llegan sutiles en las noches.
Cierro mis ojos y
miro la luz de tu piel blanca,
Siento como tu mirada
me recorre palmo a palmo,
Deslizando tus manos
como bálsamo de curación.
Mis heridas de
guerras vencidas cicatrizan con tus labios,
Tus ojos de orquídea
se enclavan en mi espíritu de lucha,
Soy guerrero que
llega de su campo de guerra,
Dejando a un lado su
ego para poder ser tu siervo.
Respiro tu fragancia a
hermosa taina,
Tu cabello se
incendia envolviendo mis carnes vencidas,
Entre tus brazos que
arropan mis sueños,
Dejando paso a las
ilusiones que cubren mis besos.
Aspiro tu fragancia
de mar,
Acaricio tu piel
tersa que se crispa con mi voz,
Que a tus oído dice
te amo,
Desprendo mis
instintos de gitano.
Dejando sus cantos y
danzas a su bella luna,
Que ha llegado a este
lecho añejo,
Para ser presa de mis
caricias y besos,
Escribiendo mis
nuevos versos.
Heme aquí amada mía,
He desprendido mi
coraza de guerra,
He dejado mi desnudez
en tus labios
Y mis sueños entre
tus brazos.
José Flores.
1/6/12.
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